Y fue en el año 780 A.C, que Papanópulus juntó a sus discípulos en el monte Kyriankatis para enseñarles el camino del éxito y la victoria, pero por sobre todo de la hidalguía y la gallardez. Fue tras una panzada de
moussaka, inundado en aceite de oliva patero provisto por el cuñado de Mykonos, el benjamín del grupo, quien había perdido una apuesta vinculada al valor del coseno de un ángulo de 90° con Achilles; fue allí, que tras un largo sorbo de
ouzo Papanópulus profirió:
"Queridos amigos, no lo olviden nunca, por más que él mismo y toda su prensa amiga nieguen su mezquindad, su amarretismo y su cobardía, un síntoma ineludible de que un equipo es dirigido por un técnico de equipo chico, es que pone a la joven promesa, que realizó las divisiones inferiores como enganche, a jugar de carrilero por izquierda"
