La cuestión que nos atañe aquí mismo es el análisis de una situación análoga a
Tal es así que a lo largo de la historia, diversos relatos se han tejido para sosegarnos a la ilusa esperanza de que todos tendremos posibilidades de suceso, en la medida en que nos acompañe un esfuerzo sideral y una inmensa voluntad de sacrificio.
A dicha causa contribuyen entre otras, la ya mencionada David y Goliat, la parábola de la tortuga y la liebre, el manifiesto comunista, y las películas de hollywood que relatan un ridículo sueño americano, tal el caso de Rocky (se aceptan aportes cinéfilos). A esta larga lista,
En fin, por más que algunos soñadores y románticos (entre los cuales nos incluimos) puedan creer que su archirrival pueda ser derrotado por un equipo de una categoría notoriamente inferior, y así desatar una crisis institucional que pudiera desencadenar en el incendio del estadio, con su dirigencia, cuerpo técnico y jugadores encadenados a los postes de los arcos, es una situación a la cual el periodismo (de ser digno y no amarillista) no debería sumarse.
Cabe entonces preguntarse si el
Pero lo peor de ello es cuando estos dos actores (referí y periodista) confabulan. Esto sucede cuando el relator se pasa la mitad del primer tiempo contándonos que el recio zaguero del equipo pedorro es basurero/carpitero/sodero/mozo o alguna otra profesión singular, y tras darle un planchazo de asesino serial al rival (y ahí dudamos si efectivamente es carpintero o asesino a sueldo), el juez no lo amonesta ni lo expulsa (porque como a cualquiera de nosotros, el pobre muchacho le da cierta lástima), y el
Ahí es cuando uno se cuestiona si efectivamente el relator tiene razón y en la C juegan Gengis Khan, los Mohicanos, o los cowboys del Far West, los cuales tienen a su merced un revólver y una lanza en cada mano para disputar cada una de las jugadas divididas, o si el tipo está diciendo boludeces. Por supuesto, rápidamente concluimos que esto último es acertado, que eso es foul y amonestación o expulsión en todos lados, que el árbitro se equivocó y le tuvo piedad a un pobre tipo (al que por supuesto no debería tenerle), y que el relator es un pelotudo de primera categoría.
Finalmente, después de escuchar tantas pelotudeces, las cuales empiezan a darnos cierto aire de voluntad de justicia, terminamos deseando que el club grande (salvo que sea nuestro archirrival, claro) termine rompiéndole el ojete a los troncos denfrente.
Ah, y acto seguido, algunos escribimos un post, bueno... en realidad si no tenemos tiempo, esperamos un tiempo considerable para escribirlo.
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