lunes, 19 de septiembre de 2011

El lado oscuro de La Boca: la conspiración al desnudo.

Transcurridas las primeras siete fechas del Torneo Apertura Iveco René Favaloro Néstor Kirchner etc... la tabla de posiciones muestra en la cima al club más popular de la Argentina: Boca Juniors. El equipo se muestra sólido atrás y los equipos rivales casi no le generan jugadas de riesgo, esto se ve reflejado en que le marcaron solamente dos goles: el primero producto de una preciosa ejecución de Gaby Méndez, el segundo obra exclusiva de Insaurralde, anotando una línea más en su lista de cagadas. El mediocampo no deja huecos, corre, presiona y se desdobla cuando no tiene el balón; toca, se desmarca y genera juego cuando lo tiene. La delantera genera espacios, se incorpora al circuito de juego y se hace presente en la red.

¿Qué le pasó a este Boca que tan distinto parece al de hace unos años? ¿Qué cambió respecto del torneo pasado? Mismo técnico, prácticamente los mismos jugadores. Solamente tres incorporaciones: ¿Orión? Ha completado buenas actuaciones, pero tampoco le han llegado tanto. ¿Schiavi? El flaco es muy querido, pero convengamos que un tipo de 38 años no puede generar semejante revolución. ¿Cvitanich? Ingresó por Mush, de los de mejor desempeño durante el torneo pasado.

La gran razón que se vislumbra es la salida del histórico goleador Martín Palermo. Pero, ¿Acaso El Titán lo ha hecho mal en sus últimos partidos? En absoluto, fue el goleador del equipo. Entonces, la culpa de todo, una vez más, la debe tener... sí: Juan Román Riquelme. El polémico número 10, ese jugador al que nadie se anima a sacar, a quien dirigentes y técnicos le rinden culto delante de los micrófonos debido al temor que sufren con su presencia, ha diagramado una furibunda conspiración en contra de su Némesis, del enemigo acérrimo, de aquel otro ídolo xeneize que se atrevió a disputar su liderazgo en el vestuario. Su objetivo: el desprestigio de Martín Palermo.

Gente cercana al volante nacido en Don Torcuato afirmó que Román les dio dinero a sus compañeros con el único objetivo de bajarle el copete goleador platense. De este modo, el equipo no funcionó y el Titán transitó sus últimos años de carrera en la más profunda tristeza, alejado de los primeros puestos y siendo testigo de fracasos y desencuentros. En la ‘operación desprestigio’ se alistaron no solo jugadores, sino también algún que otro cuerpo técnico y un mayoritario sector de la dirigencia.

Las evidencias están a la vista: el último torneo obtenido por el club de la ribera fue el apertura 2008 donde Lucas Viatri, el actual reemplazante de MP, fue titular en la mayoría de los partidos y resultó el goleador del equipo. A partir de ahí, el conjunto azul y oro cosechó un fracaso tras otro, perdiendo prestigio y poniendo en tela de juicio a grandes ídolos como Ibarra, Abbondanzieri, Palacio y el gran objetivo del enganche: Martín Palermo.

Sin embargo no todos fueron cómplices de esta conspiración, algunos plantaron bandera y lucharon contra semejante injusticia, pero o bien tuvieron que dejar el planter, o bien fueron relegados al banco de suplentes. Este último fue el caso del Pochi Chávez, fiel ladero del ex goleador, quien no casualmente, nunca pudo consolidarse en el once inicial y tras un gran torneo clausura fue excluido del equipo titular sin ninguna explicación. Un caso de un futbolista que dejó el equipo fue Javi García, el arquero resultó tan amigo de Román que se pasó de rosca: se pasó regalándole goles a los rivales, sin embargo su conducta resultó tan obvia que Falcioni lo tuvo que reemplazar para evitar sospechas. Esto también lo vieron venir los dirigentes, quienes nunca confiaron en el joven guardavalla, y previendo su falta de disimulo salieron a buscar a Luchetti, que si bien jamás se enteró de la operación anti-Palermo, su carencia de manos, reflejos y falta de criterio colaboraron con el objetivo del plan.

Un dirigente, que prefirió no dar su nombre, le comentó a este cronista que muchos adhirieron al modelo y colaboraron con su granito de arena. Un ejemplo es el Patrón Bermúdez, aquel gran capitán de la época dorada, quien llevó al joven colombiano Breyner Bonilla, un enorme negro bruto y torpe que tenía más condiciones para los 100 metros libres que para ubicarse en la zaga central del equipo de Alves. La comunicación entre cuerpo técnico y dirigentes tuvo su climax durante la etapa del Bichi Borghi. El entrenador –confeso amigo del diez- incorporó a Cellay, Jesús Méndez e Insaurralde. Tanto el ex quemero como el ex Núñez cumplieron de maravilla sus funciones, pero algunas lesiones los alejaron del equipo y tuvieron que regresar a sus clubes de origen. El chaqueño, en la cancha al igual en la vida, siempre llega tarde. Desde el comienzo no comprendió el plan y su labor fue paupérrima simplemente por burro, lo que le permitió mantenerse en el equipo. Actualmente algunos manifiestan que finalmente captó el mensaje pero que aún no se avivó de que el Titán se retiró, y por ende se sigue mandando cagadas.

El desembarco de JC Falcioni fue traumático para el diez. Una fuente cercana al emperador afirmó que el DT llegó con la intención de acabar con semejante circo, dicha actitud lo llevó a confrontarse con el crack xeneize. Para ello trajo a su soldado más fiel: Walter Erviti. Sin embargo no todo salió como el entrenador lo planeó: el marplatense hizo buenas migas con Román, quien lo convenció rápidamente y lo sumó a su causa. Obstinado en no largar el timón, un Falcioni furioso sentó en el banquillo a su jugador predilecto y amenazó con borrar al diez. Fueron días turbulentos en La Boca. Tuvo que intervenir el presidente. Fue entonces que llegó esa reunión en un famoso restorán de Puerto Madero. Allí cenaron Falcioni, Ameal y Riquelme. Los diálogos textuales nunca saldrán a la luz, sin embargo, uno de los empleados gastronómicos afirmó que Ameal prometió que el retiro de Palermo estaba diagramado y que hasta le regalarían un arco en su honor, que el DT continuaría en el cargo y que podría diagramar el equipo a su gusto durante el siguiente torneo. Un Falcioni inquieto preguntó cómo aguantaría tantas fechas en Boca sin ganar nada, ahí Román le aclaró que convertiría algunos goles de tiro libre para sumar puntos y darle cierto aire cada vez que la prensa presionara con la renuncia o el despido del ex Banfield. El entrenador finalmente arregló y esperó ansioso el retiro de Martín para poder mostrar sus cualidades como entrenador.

El resto es historia, el plan salió tal cual lo planeado. Actualmente vemos a un Boca puntero, a un Román como líder indiscutido, a un Ameal que suma votos para su reelección y a un Falcioni al que algunos ya comparan con Bianchi.

Riquelme demostró ser un maravilloso estratega tanto dentro como fuera de la cancha y confirmó una vez más ser un jugador polémico, complicado, caprichoso y tantos otros adjetivos que suelen proferírsele desde la prensa dominante.

2 comentarios:

  1. Ahora todo tiene sentido.

    Por cierto, asquerosa panquequeada del Olé con Falcioni, ojalá hubiera alguien que fuera al Olé lo que el gobierno a Clarín.

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  2. apoyo la moción, asquerosa panquequeada. No sólo con Falcioni, hoy en Olé y en canchallena ya empezaron a decir que la culpa la tenía Palermo.

    víctor hugo, fiel soldado K, bien podría encabezar la cruzada. El tema es que el hueco no lo cubran los nefastos julio ricardo y araujo.

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