lunes, 24 de septiembre de 2012

Gloria y loor, honra sin par (II)

En nuestro anterior artículo abordamos parte de la historia futbolística de un grande entre los grandes, el gran JR (ver aquí).
Ante un prolongado receso de este cronista, retomamos la historia en el año 2006.
Tras haber sido eliminada de la copa del mundo, la selección argentina transitó río de aguas turbulentas. Como es su sana costumbre, la prensa cargó las tintas endilgando de toda responsabilidad a los jugadores destacados, y así como las derrotas del '94 y 2010 tuvieron su explicación en Maradona, la del '98 en Ortega y la del '02 en Verón, la del '06 le tocó a Román.
La crítica doméstica no estuvo en sintonía con la apreciación del resto del mundo, donde Román fue elegido uno de los mejores jugadores del torneo y donde se criticó duramente el inexplicable cambio de Cambiasso por Riquelme, cuando Argentina derrotaba a Alemania por 1-0.
Ya después del mundial y ante el retorno del Coco Basile al mando del equipo, Román renunció al seleccionado por problemas familiares.
Desde su comienzo, EFQQ defendió la tesis de que el periodismo era una de las causas por las cuales el fútbol era cada vez peor, y aquí una vez más, el cuarto poder dio muestras de ello, mofándose de la situación del diez, y elevándolo a la figura de traidor, vendepatria y tantas otras paparruchadas. Curiosa es la diferencia con otros hombres que también han renunciado al seleccionado, o bien que le han causado un inmenso daño. Sólo a modo de citar un ejemplo para cada caso podríamos mencionar el caso del loco Bielsa, y el de Don Julio Grondona.
Volviendo a la vida deportiva de JR, un año bisagra fue el 2007. No casualmente el año electoral en la Ciudad de Buenos Aires coincidió con la vuelta de Román al club de sus amores, veamos.
La historia cuenta que enfrentado con el presidente Roig, el mejor jugador de la historia del Villarreal (declarado así por sus hinchas), fue separado del plantel profesional. Fue allí cuando el entonces candidato a jefe de gobierno y presidente de Boca, Mauricio Macri contrató a Román con el primordial objetivo de obtener la Copa Libertadores.
En aquel tiempo, la comisión directiva del club Boca Juniors aprobó un préstamo de 4 meses a cambio de 2 millones de dólares para la vuelta del gran 10. La historia ya es conocida, el enganche brilló, se convirtió en una figura indiscutida para la obtención de la copa, y además fue el goleador de la edición 2007 de la Copa Libertadores de América.
Claro que es imposible medirlo, pero intuimos que la Copa Libertadores le sumó algunos que otros votos a don Mauricio para los comicios celebrados a mitad de año. Tal vez debiera agradecerle a Román algunos votos, y entonces tal vez sí podamos culparlo de algo.
Vencido el préstamo, Román retornó a España con la Copa bajo el brazo para volver de forma definitiva hacia finales del año.
Aquel 2007 año alcanzó niveles máximos de panquequismo social y profesional. La mayoría de los periodistas y espectadores que habían denostado a Román por no haber logrado la copa del mundo, sacaron número para arrepentirse y pedir disculpas. No obstante, una parte considerable simplemente se llamó a silencio y aguardó para contraatacar ante el primer traspié.
El traspié no llegó en el año 2008, donde Román se consagró nuevamente en el torneo doméstico y donde obtuvo la Recopa Sudamericana bajo el mando de Carlos Ischia. Por otro lado,  bajo la dirección del Checho Batista y con compañeros como Lío Messi, Di maría, Aguero, Gago y Mascherano, se colgó la medalla dorada en los juegos olímpicos de Beijing.
El año siguiente comenzó la revancha tan ansiada de algunos personajes nefastos, Boca quedó eliminado de la Copa Libertadores tras un enfrentar al Fluminense en semifinales, y se desató una pelea interna con otro ídolo del club: Martín Palermo.
Relatado cual película hollywoodense, la prensa ya tenía a su héroe y su villano: Martín Palermo y Juan Román Riquelme; en ese orden, claro está.
A partir de allí, se escribieron páginas y más páginas sobre la cantidad de peleas y conflictos que había tenido Riquelme a lo largo de su carrera, algunas incomprobables, otras no tan ciertas, otras inventadas, algunas verídicas. También se cuestionó duramente su contrato, el único que conocimos de todos los contratos que rondan al fútbol argentino, vaya uno a saber porque. Existió un momento en el cual todos sabíamos cuánto cobraba Riquelme, pero no sabíamos cuánto cobraba ningún otro jugador o técnico del fútbol argentino. También surgió un tal Angelici, dirigente macrista, que renunció por no querer firmar un contrato por un monto inmensamente menor que el que había firmado en aquel 2007. Claro, Macri ya era jefe de gobierno.
A lo largo de los últimos años de su carrera fuimos testigos del endiosamiento de Martín Palermo como figura ilustre, padre ejemplar, compañero de vida, hijo pródigo, defensor de desamparados, madre de los pobres y otras tantas cualidades, se convirtió en una especie de mezcla entre Evita, Ghandi y Batman en contraposición a JR Braden/Hitler/El guasón. Nuevamente, algunas de esas cualidades serían ciertas o no, pero se habló mayormente de la diferencia entre una gran persona y un sorete, cuando ambos eran dos jugadores de fútbol, y se debía hablar de su rendimiento, y del funcionamiento del equipo para el cual se desempeñaban.
Para agigantar más la figura de hombre controvertido construida por la prensa, Román le dijo que no a una persona a la cual muy pocos le habían dicho que no: Diego Maradona. Posteriormente le dijo que no a otra figura muy difícil, a la doce, la barrabrava de Boca.
Con la llegada de Falcioni, Román obtuvo su último título local, y condujo a su equipo hacia la final de la Libertadores, donde se despidió con una derrota y la frente en alto, y es que la controversia y la rebeldía muchas veces son consecuencias inexorables de tomar el camino correcto, ese que muy pocas personas toman, amén de que sepan cuál es.
Su adiós fue uno de los acontecimientos más tristes en la relación de este cronista con el balompié. No obstante, con el tiempo comprendí el lugar privilegiado que ocupé y que ocupamos, y es que fuimos testigos de un  fenómeno, de un hombre que nos enseñó a jugar al fútbol (por más que no nos salga como a él, claro), nos enseñó a ver el fútbol de una manera, y además nos regaló títulos y jugadas memorables. Yo he visto jugar a Juan Román Riquelme, fui contemporáneo a él, y seguramente en treinta años cuando venga mi hijo y me diga "papá, fulanito es un crack", yo lo miraré fijamente y le diré "no pibe, este es del montón, crack era Riquelme".
Gracias 10.

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