domingo, 31 de julio de 2011

Amistoso de pretemporada: River vence ajustadamente y con polémica a un combinado de internos del hospital Borda

Al tiempo que su eterno rival concluye con éxito su gira europea oficiando como sparring de equipos de segundo nivel y permite a su entrenador regodearse con los resultados que en la Copa América han obtenido los seleccionados que suscriben la idea que siempre pregonó, River Plate se prepara para afrontar la próxima temporada, que lo tendrá por primera vez en el profesionalismo en la segunda división del fútbol argentino, en procura de un pronto retorno a las grandes ligas.

Luego de ser derrotado por Unión de Mar del Plata y de una victoria no exenta de sufrimiento por 1 a 0 contra el sub 18 de Kimberley oriundo de la misma ciudad balnearia, esta vez y de vuelta en Buenos Aires llegó el turno de enfrentarse contra un combinado formado por internos del Hospital de Salud Mental Dr. J.T. Borda. El encuentro, plagado de polémicas e incidencias, finalizó con un score de 2 a 1 favorable al equipo más veces campeón del balompié nacional. Aquí la crónica:



(De nuestro corresponsal) Tras el magro funcionamiento mostrado por el equipo en los amistosos anteriores, el DT millonario Matías Almeyda decidió realizar cirugía mayor para recibir en el Monumental al combinado de enfermos psiquiátricos y alistó al siguiente once inicial: Vega; Ferrero, Román, Maidana y Díaz; Bordagaray, Mauro Díaz, Arano y Aguirre; Bou y Funes Mori.

La tarde empezaría complicada para River, cuando tras el saque inicial Rogelio Funes Mori inexplicablemente confundiera la orientación de la cancha y luego de un impresionante eslalom entre sus compañeros definiera frente a la mirada incrédula de Vega, marcando así el primer tanto del partido en su propia valla. Le costaría al conjunto comandado por Almeyda restablecerse del duro golpe y el representativo del nosocomio porteño contó con algunas chances para aumentar el marcador, la más clara de ellas cuando luego de un saque de esquina y ante la pasiva mirada del fondo riverplatense todo, el atacante Jesús García Méndez dentro del área menor en lugar de cabecear al gol tomara el balón con sus manos y emprendiera carrera rumbo a los vestuarios alertando a todos a su paso sobre una inminente invasión extraterrestre. El partido entonces estuvo demorado por quince minutos hasta que el comisario Acevedo, jefe del operativo, lograra convencer al goleador visitante de que todas las garantías para continuar estaban dadas.

Tras la reanudación, el conjunto millonario pareció afianzarse merced a la movilidad y el buen manejo del doble pivote formado por Díaz y Arano, y también por el repentino episodio de catatonia sufrido por Isidoro Martínez, half central de la visita, que lo dejaría inmóvil por el resto del match y que -según pudo averiguar este cronista- todavía persistía al cierre de esta edición. River comenzó a coquetear con el empate, frustrado en numerosas oportunidades por "el tuerto" Aníbal Matienzo, veterano de guerra que sufrió la pérdida de un ojo en un intento de suicido, pero a quien la falta de su pierna derecha no le impidió desempeñarse con eficacia en la función de líbero, luciéndose con varios cierres in extremis frente a los embates de los delanteros rivales. Finalmente, sobre el cierre del primer tiempo, el conjunto de Núñez llegaría a la igualdad, cortesía de Carlos Arano, quien al intentar habilitar a Rogelio Funes Mori (en claro offside ignorado por el árbitro asistente) y luego de que el punta mendocino tropezara y se le escurriera el balón entre las piernas, venciera la resistencia del portero Rantés. Cabe hacer un paréntesis para comentar la curiosa actitud del guardavallas visitante, autodenominado ser extraplanetario, que seguramente obnubilado por la magnificencia del estadio quedóse durante los 90 minutos mirando un punto fijo en las gradas, más precisamente en exacta dirección sudeste. No sin discusiones con el árbitro por parte de los visitantes finalizó la primera mitad y los millonarios se fueron al descanso con una mueca de preocupación notoria en sus caras.

La arenga de Matías Almeyda a sus pupilos en el entretiempo pareció haber dado sus frutos, dado que River salió dispuesto a lograr el gol de la ventaja con premura. ¿Y la visita? Encomendando sus esperanzas a algún contragolpe, pero sin dejar de mirar con buenos ojos el empate. Sin embargo los minutos transcurrían y el conjunto millonario moría en buenas intenciones, consecuencia de la ineficacia de, principalmente, Rogelio Funes Mori y Gustavo Bou.

El punto de inflexión se dio en el minuto 31: Bordagaray desbordó y envió un centro que pegó en el brazo de Oscar Galán, back central de los enfermos mentales. El árbitro no dudó: penal. Las protestas visitantes no se hicieron esperar, argumentando que la mano fue casual y que Galán quiso retirar el brazo para evitar el impacto con el esférico. La excusa, a priori razonable habida cuenta de que el brazo del defensor se encontraba inmovilizado por un chaleco de fuerza, fue no obstante desestimada por la máxima autoridad, quien para empeorar las cosas expulsó al atacante Mario Burletta por exceso verbal: el inconstante delantero no cesó toda la tarde de pedirle cigarrillos a rivales, compañeros, colaboradores, espectadores, alcanzapelotas y terna arbitral. Quedaba de esta forma el combinado psiquiátrico con un hombre menos y un penal en contra. Fue Rogelio Funes Mori quien se hizo cargo de la pena máxima buscando así borrar la hasta el momento pálida imagen que venía exhibiendo. Sin embargo, el otrora vencedor de un reality show futbolero pareció no percatarse de la estaticidad absoluta del cancerbero rival y, queriendo "asegurar" la conquista, efectuó un fortísimo disparo al centro de la portería que impactó de lleno en la cabeza de Rantés, quien se desplomó ipso facto y debió ser retirado en ambulancia del estadio con fractura de cráneo y pérdida de masa encefálica (de acuerdo al último parte, se encuentra estable pero con pronóstico reservado). Penal fallado para River y reanudación del partido con bote a tierra.

Los últimos quince minutos del encuentro fueron dramáticos: los del Almeyda yendo furiosamente en procura del tanto de la victoria, y los del Borda defendiendo el empate con uñas y dientes pero sin arquero, dado que en una decisión poco racional consecuencia sin dudas de su esquizofrenia paranoide el entrenador Jacinto Ludueña decidió no reemplazar al lesionado Rantés. La impaciencia de los escasos simpatizantes que se acercaron se empezaba ya a sentir con el clásico cántico "jugadooores..". Y a los 45 minutos, un giro inesperado: luego de un rechazo largo de Galán, García Méndez escapó de la marca de Ferrero y tras una larga corrida quedó cara a cara con Vega. Entrando al área, cuando se aprestaba a shotear, el paraguayo Adalberto Román le propinó una furibunda patada en el tobillo derecho que lo hizo volar por los aires. Era claro penal, pero el árbitro inentendiblemente sancionó la falta fuera del área, lo que generó la furia generalizada del visitante y del propio Román, quien juró y perjuró que había cometido la infracción dentro del área e incluso entregó una confesión por escrito y certificada ante escribano público. Sin embargo el colegiado permaneció impasible, River formó una nutrida barrera y el entrenador Ludueña ordenó la ejecución de una jugada preparada: los 9 jugadores de su equipo formaron en fila tomados de la cintura haciendo un clásico "trencito" y fueron uno a uno pasando por encima de la pelota, en un ingenioso engaño para impedir al portero riverplatense imaginar quién tomaría el tiro libre. Fue el propio García Méndez, último de la fila, quien disparó con violencia, pero nuevamente la fortuna estuvo del lado millonario: la pelota rebotó en los pies de Carlos Arano, quien en otra aparición trascendental, impulsó accidentalmente el balón rumbo al desguarnecido arco visitante. Los instantes que siguieron fueron dramáticos, los jugadores del Borda corriendo enloquecidamente (cruel treta del destino) luego de haber quedado en campo antagonista tras la jugada preparada tras el balón, que continuó su marcha sin prisa pero sin pausa hacia la meta. Particularmente conmovedor resultó lo de "el tuerto" Matienzo, quien saltando a toda velocidad sobre su única pierna, casi alcanza a detener el esférico sobre la línea de gol con una de sus muletas. Sin embargo, el esfuerzo fue infructuoso: Gol de River y locura generalizada. Los jugadores locales se abalanzaron sobre Arano (quien no entendía muy bien qué estaba ocurriendo) con excepción del paraguayo Román, quien continuaba intentando convencer el referí de que la infracción que hubo generado el desconcierto debió haber sido sancionada como penal, y le rogaba que diera marcha atrás en su decisión, quizás sintiendo excesiva culpa por el devenir de la jugada. Este último, harto, decidió finalizar el partido. Los visitantes enloquecieron (cruel treta del destino) y arremetieron contra todos. Debieron ser retirados por enfermeros, neurolépticos y choques eléctricos mediante. El técnico Almeyda, haciendo gala de esa costumbre tan característica de los hinchas de Boca de festejar cualquier estupidez como si fuera una gran victoria, se retiró de la cancha provocando a los simpatizantes rivales (mayormente familiares y amigos de los pacientes) y debió ser escoltado por efectivos policiales. Se retiraría del estadio sin hacer declaraciones.


Así concluiría un nuevo amistoso River de cara a la próxima temporada, calentando motores para el difícil Nacional B. Está previsto que antes del debut frente a Chacarita enfrente dos amistosos más. Los rivales, a confirmar, serían una formación sub 14 de la Escuela Superior de Técnicos Aeroportuarios (ESTA) y el temido combinado "Amigos de Sanfilippo".

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