sábado, 6 de agosto de 2011

Volvió el campeonato, el fútbol aún no

Esperar por la vuelta del campeonato se asemeja a la espera de un colectivo que tarda mucho, y cuando viene está atestado de gente. En este receso invernal, contamos además con el agravante de una Copa América que a los columnistas de este blog -a diferencia de Diego Torres- nos dejó completamente escépticos. Asimismo presenciamos la gestación y muerte prematura del torneo de 38 equipos y los entretelones del cambio de inquilino de esa clínica de rehabilitación ambulante en la que se ha convertido la dirección técnica del seleccionado nacional. Y vimos también cómo la prensa oficial aprovechaba estos acontecimientos para poner fin a un silencio cómplice que llevaba ya 32 años.

Pero finalmente volvió el campeonato. El colectivo llegó... pero vino lleno de gente, y al lado nuestro hay unos nenes muy inquietos y un poco más allá unos muchachos que ponen a los Wachiturros a todo volumen en su teléfono móvil (para complicar las cosas uno de ellos se acaba de tirar un pedo). 


Espero que la crudeza de la analogía haya servido para ilustrar lo que pienso de los primeros instantes de este nuevo torneo Néstor Kirchner. 

La falta de equipos de renombre ha oficiado como argumento para que algunos esgrimieran que estaríamos en presencia del campeonato menos atrayente de la historia. Me resistía a pensar eso, puesto que por muy reputados que hayan sido los descendidos su juego supo ser realmente nauseabundo. Sin embargo, sus reemplazantes no parecen ser mucho mejores. Los partidos siguen patrones bastante definidos: muchos jugadores en defensa y pocos en ataque, abundancia de pelotazos y escasez de juego asociado, varios enjambres de piernas y ningún aprovechamiento de espacios. Los scores rara vez espejan una diferencia de más de un tanto a favor de alguno de los cuadros. La búsqueda del gol generalmente culmina con un gol en el propio arco (en este sentido es llamativo el total fracaso de los equipos que tienen o que asumen "obligaciones". En primer lugar de los jugadores, principalmente en el aspecto psicológico: nula inteligencia para jugar y escasas respuestas ante la adversidad. En segundo lugar, de los técnicos: no han encontrado la vuelta para contrarrestar los planteos defensivos).

El devenir de los encuentros también es pasible de ser modelado. Salvo algunas excepciones, cada match se circunscribe a alguno de los siguientes estereotipos:

a) Partido donde no pasa nada y cada tanto -a veces- hay un gol: en este escenario ambos equipos miran con buenos ojos el empate, la pelota pasa mucho tiempo en el aire y los jugadores en campo propio. Puede que haya uno o más goles, pero estos son consecuencia de flagrantes fallas ajenas más que de genuinos merecimientos. Resultados posibles: 0 a 0, 1 a 0, 1 a 1 o incluso 2 a 1. Reacción de la prensa: Si es empate, no criticará a ninguno de los dos a menos que alguno sea un equipo grande; si hay un ganador, será elogiado por su efectividad, su inteligencia, su seriedad y su profunda convicción (si además gana 3 partidos de forma consecutiva será etiquetado como gran equipo).

b) Partido en el cual un equipo mete un gol y juega decididamente al contragolpe: uno de los equipos convierte (generalmente consecuencia de una jugada aislada y no de un dominio sostenido) y decide reforzar su estrategia defensiva. Le regala la pelota al rival, cuya carencia de ideas, criterio y respuesta anímica queda expuesta. El equipo ganador cuenta así con espacios para contragolpear y mostrar las bondades de sus delanteros, que por lo general cumplen un papel destacado (como cualquier delantero decente con espacios), en especial el número 9, que corre a todos los defensores y aguanta la pelota de espaldas recibiendo numerosas infracciones por parte de los torpes centrales contrarios.
Hay momentos en estos partidos en los que el perdedor encuentra un impulso para buscar el empate con nuevos bríos, teniendo este su origen en alguna acción ajena o fortuita en el mejor de los casos. La búsqueda es torpe y vehemente. Algunas veces lo logran, otras -las más- no.
¿Resultados frecuentes? 2 a 0, 2 a 1, 1 a 0, 1 a 1 o 2 a 2 heroico. La cátedra dirá que el ganador es un equipo inteligente y que sabe a qué quiere jugar, se cansará de elogiar al voluntarioso centrodelantero y a sus díscolos acompañantes, a menos que se trate de un equipo grande. Si además gana 2 partidos consecutivos será etiquetado como un gran equipo.

c) Partido similar al b) pero que termina con una goleada. La prensa dirá que el vencedor es "el equipo que mejor juega", y si es un equipo grande (aunque esto ocurre cada vez en forma más esporádica) chorros de tinta y manantiales de elogios serán vertidos en su honor. Basta uno de estos matches para obtener la etiqueta de gran equipo (al menos hasta el partido siguiente).

Una buena forma de establecer si su equipo es verdaderamente bueno es no poder identificarlo con ninguno de estos tipos en sus próximas presentaciones. Por ahora todos se han parecido demasiado a las caricaturas. Esperemos que los equipos más importantes que quedan en primera nos modifiquen este panorama, merced a las mayores virtudes técnicas de sus integrantes. Esperemos que los entrenadores le encuentren la vuelta a la fealdad, y que la cátedra no la aplauda esta vez.

3 comentarios:

  1. sublime lo suyo cayetano, como siempre.

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  2. Realmente cuesta creer como aquellos que inundan el juego de avaricia con una bajìsima propensiòn al riesgo no se dan cuenta que los equipos que obtienen mejores resultados son los que hacen precisamente lo contrario, es decir los "arriesgados" como Velez, Godoy Cruz, Lanús, etc. Ojalá algún día les caiga la ficha y se jueguen un pleno al buen fútbol que SIEMPRE da resultados...

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  3. Un ejemplo de lo que dice Martín es el famoso "técnico saca puntos" de equipo chico empata partidos, hasta donde yo conozco, el técnico que más puntos sacó fue bianchi que salió campeón de todo...

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