A pocos días de la profecía maya, el mundo del fútbol parece haber recuperado el orden natural de las cosas. Algunos dicen que el mundo acabará y otros que habrá una transformación, la parcialidad nihilista reniega de cualquier acontecimiento. No obstante, el fútbol que quede (y el que queda) prometen un mejor porvenir.
Primero fue el Millonario, agotado de esgrimir como argumento para la permanencia de su entrenador una única cualidad -que fuera la de ser una buena persona-, a buscar a uno de los dos riojanos más famosos (hay quienes discuten el ranking), para que tomara las riendas futbolísticas del otrora club grande.
Cronológicamente en un segundo lugar, aunque tal vez de una manera más épica, tras que el César del Imperio Xeneize fuera insultado en el coliseo romano azul y oro por el pueblo boquense, los indignados de la clase alta del fútbol mostraron su deseo de recuperar sus beneficios nobiliarios, y volver a jugar como un equipo grande y arrollador, capaz de conquistar Brasil y Japón. En lo más cercano a una democracia griega que se vio en un estadio de fútbol, los ciudadanos le bajaron el pulgar al Pez Falcioni , y abogaron por el comienzo de un tercer reich.
Se estima que el conjunto de Núñez se olvidará de pelear por la permanencia y buscará coronarse campeón; por su parte, el conjunto de la ribera dejará atrás aquellos planteos mezquinos y soltará a los laterales, pondrá un enganche y saldrá a ganar en todas las canchas, intentando volver a las primeras planas a nivel internacional.
Pero algo muy importante y que va más allá de la fiebre del resultadismo, ambos volverán a jugar como equipos grandes.
Feliz navidad, lo que queda de la casa están en orden.
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