domingo, 7 de abril de 2013

Tradicional victoria

River y Racing diéronse cita en el estadio Presidente Juan Domingo Cangallo con el fin de dirimir una nueva edición del clásico más añejo y más dispar del fútbol argentino.
Dispuso Ramón Díaz un esquema tradicional: un mediocampo con futbolistas de buen manejo, un enganche, dos delanteros potentes y el patricio detalle de acumular cuatro apellidos en sus zagueros centrales.
Su contrincante Luis Zubeldía, primera mujer en ser ungida como entrenador de un equipo de Primera División, presentó en cambio un esquema atípico en el cual la división de tareas y funciones fue más bien difusa, curioso si se piensa en las preferencias mecanicistas del mencionado Menos Viril de los Entrenadores, admirador secreto de Federico de Prusia.
El amanecer de la contienda dejó ver la mejor producción del club de Núñez en lo que va del campeonato: presión alta, juego corto asociado entre sus volantes combinado seguido de punzantes ataques, buena participación ofensiva de los laterales y salida limpia desde el fondo, circunstancia ésta motivada por la venturosa ausencia de Bottinelli. Falló en cambio en el pase-gol, hecho tan frecuente cuando los nubarrones de la ansiedad nublan la imaginación de sus volantes creativos, especialmente Lanzini y Sánchez.
Encontró pronto la ventaja River, justificada ya por entonces, con un gran cabezazo del tosco González Pirez, y continuó con buen ritmo en procura de aumentarla en los minutos sucesivos.
La ausencia de consideraciones hasta este punto acerca de lo realizado por Racing se debe a que lo realizado por Racing hasta este punto fue nulo. Recién luego de verse desbordado tomó su afeminado entrenador la decisión de ubicar al bueno de Camoranesi casi como wing derecho para tapar las subidas de Vangioni, implemento táctico que como una suave brisa hizo vibrar las cuerdas del gozo que nacen en el alma y se afinan en la inteligencia de Julio Ricardo.
La dilapidación de situaciones de gol por parte de River mantuvo con vida las aspiraciones del club de Avellaneda, que promediando la segunda etapa comenzó a tomar las riendas del pleito. Favorables a tales fines resultaron buenas actuaciones del mencionado Camoranesi, de Vietto y de Villar, buenos valores racinguistas ellos. En cambio, penosos resultaron los procederes de Bolatti, Pillud y De Paul, cuyas resoluciones resultaron tan risibles como su apellido mezcla de tradiciones sajonas e hispánicas.
Pudo haber empatado el primer campeón mundial argentino pero Zuculini cabeceó como suelen cabecear los delanteros de nuestro fútbol es decir hacia arriba y estrelló su remate contra el travesaño. Vanos también resultaron los arrebatos localistas del árbitro, quien luego de omitir la sanción de un penal por lado en la primera mitad, monopolizó al beneficiario de sus fallos en la segunda.
Tales esperanzas encontraron su término cuando, en una corrida que evocó aquélla histórica del paraguayo Cuevas, Lanzini definió con corrección ante Saja poniendo también coto a los hechos narrados en esta crónica.
Conclusiones: buen partido de River. Pareciera haber dado Ramón con el esquema correcto, quedando la incógnita sobre si será capaz de mantener el buen nivel su enganche, el joven Lanzini. Inesperado resurgimiento futbolístico de Ledesma y atisbo de mejora en Sánchez. Es poco recomendable la vuelta a la titularidad de Bottinelli. Sólido Barovero. Se espera mayor participación en la red de sus atacantes.
Racing: urge un cambio de conducción. Es un grande y debe jugar como tal. Tiene jugadores para estar bastante más arriba de donde está.

2 comentarios:

  1. me sorprendió no encontrar la palabra "malaleche" antes de Camoranesi, aunque sea tachada.

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  2. Juan Domingo Cangallo sería el nombre real del que conocemos como Víctor Laplace

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