lunes, 6 de mayo de 2013

Sencillo argumento contra la incentivación


Partamos de la siguiente premisa: los jugadores de fútbol juegan al máximo de sus posibilidades entregando la totalidad de sus esfuerzos para defender los colores que visten, y para derrotar al adversario de turno, el cual obviamente es representado por jugadores de fútbol, que como tales, también están dispuestos a realizar un infinito sacrificio en pos de una victoria que satisfaga a los hinchas y socios de la institución que les paga el salario.

Aclaremos además que esta entrega se suscita en cada uno de los enfrentamientos que estos jugadores disputen con cualquier otro conjunto de jugadores.
Una vez descripta la primera premisa, pasemos a la siguiente situación: como el club A quiere que el club B pierda, por ser un rival directo en la lucha por la permanencia o título, y como el club C juega con el club B; el club A junta dinero y se lo ofrece al club C como un premio adicional por derrotar al equipo B. Los intelectuales convertidos en periodistas, y los futbolistas del club C dicen que ya que la ética, la moral, las buenas costumbres y los valores que configuran a cualquier jugador de fútbol (ver premisa) hacen que estos den el máximo en cada partido, el incentivo externo no causa ningún efecto adicional, y dado que engrosa los bolsillos, es siempre bienvenido.
En la generalidad de los casos, cuando una persona realiza una erogación monetaria recibe algo a cambio (salvo un contribuyente con impuestos o un padre con un hijo). Por lo tanto, el hecho de que el club A le ofrezca un premio adicional al club C por derrotar al club B, convierte automáticamente en estúpidos y derrochadores a cada uno de los jugadores del club A que ofrecieron dinero a los jugadores del club C (dado que el comportamiento de estos últimos no varió por el hecho de ser jugadores de fútbol, y por ende de ostentar una hidalguía sin igual que los haría dar todos sus esfuerzos aunque no cobraran un centavo).
Ahora bien, imaginemos que un semestre después, ya no es el club A el que pelea el título o descenso contra el club B, sino que es el club C quien libra una lucha por la corona junto esta última institución. Dado este escenario, supongamos que ahora es el club A quien está pronto a disputar un match frente al club B (y claro, el club C desea fervientemente que el club A venza al club B, descontándole puntos en la carrera por la consagración, de modo tal de poder alzarse con el oro al final de la temporada). Dado este caso, los jugadores del club C realizan una colecta de dinero y se la ofrecen a los jugadores del club A como recompensa de una potencial victoria. Por supuesto, los jugadores del club A aceptan el ofrecimiento.
Hasta ahí es historia conocida y los protagonistas confiesan frecuentemente que los escenarios descriptos por EFQQ concuerdan bastante con la realidad. El ávido lector reconocerá entonces que existe una contradicción en el relato y deberá arribar a una ineludible conclusión: o bien son todos pelotudos que andan regalando plata cuando podrían no hacerlo, o bien la premisa es falsa.

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