La utopía
se acabó. Tal cual suele suceder cuando las ilusiones carecen de sustento, el
barco se hundió. Tal vez algún fanático creyó que por haber obtenido el torneo
doméstico contaba con un equipo sólido y avasallante, pero nunca reparó en que
para la obtención le alcanzó con apenas 38 puntos, igualando el récord del mínimo
para un campeón en la historia de los torneos cortos.
Tal vez se
abogó tempranamente por la desmitificación de que no se puede jugar torneo y
copa al mismo tiempo, y eso que no tuvo un competidor serio en el certamen
local (de hecho, se consagró una fecha antes con el mínimo histórico), que prácticamente
no tuvo lesionados, y que la Copa
de Confederaciones le hizo un preciado guiño dejándole una favorable agenda, al
suspender los últimos cuatro partidos de copa mientras se disputaba la recta
final del torneo doméstico.
Tal vez el hecho
de haber dejado en el camino en cuartos de final a un supuesto gran equipo que
peleaba el último puesto en la tabla del torneo local, un equipo que ataca sin
variantes y se muestra flojísimo en defensa, con jugadores para el retiro y que
no merecen vestir esa camiseta, haya hecho creer a algún hincha que tenían
posibilidades de alzarse con el trofeo.
La realidad
es que lo venció con la fortuna de los penales, siendo inferior en los 180
minutos, y favorecido por el arbitraje, al no sancionar un penalazo en el
partido de ida, y al dejar al rival con diez en el de vuelta.
Así,
maquillando sus actuaciones y sus logros, se utilizaron litros de tinta para
describir la magnificencia de los avances de fútbol moderno y de la revolución
cultural que esto causaría.
Lo cierto
es que aún con una envidiable ventaja de dos a cero en el partido de ida –que también
motivó su respectiva lauda y glorificación-, donde también contó con colaboración
de la terna arbitral al anular un legítimo gol brasileño, el partido de vuelta
en tierras brasileras lo desnudó completamente.
En primer
lugar, los constantes errores en el fondo le dieron al rival la chance de
comenzar ganando el partido desde el vestuario. En segundo lugar, las internas
del equipo salieron a la luz ante la falta de compromiso de un líder que dejó
la cancha como si no le interesara formar parte de una batalla épica; por el
contrario, el guardameta siguió en cancha arriesgando su vida, con el hambre de
gloria intacta y mostrando qué era lo que verdaderamente se estaba jugando. En
tercer lugar, se mostró como un equipo con falta de carácter en ataque, su
estrella y goleador, en un bajón futbolístico tras errar un penal en la superfinal,
mostró una vez más la hilacha al no dar la talla para las batallas de alto
nivel, motivo que también habría sido causa de una interna en el vestuario. En
cuarto lugar, tras comerse un baile en el primer tiempo, el equipo se replegó
cerca de su arco en el segundo período, defendiendo una exigua ventaja y
renunciando a atacar a un débil conjunto brasileño que supo mostrar falencias a
lo largo de todo el torneo. En quinto lugar, apostó a los penales, esa fortuna
que le dio el pase a semis, pero que no lo olvidemos, se trata de algo más. Esta
vez la falta de carácter para ejecutar y la poca capacidad del portero que no
atajó ningún remate (hubo dos desvíos), lo terminaron dejando fuera del sueño
americano.
Se termina
un ciclo, se despide un técnico, cansado del manoseo, de la falta de apoyo
dirigencial, de la interna del vestuario y de la histeria colectiva. Tal vez
por falta de resultados, de tres torneos ganó uno solo. Temprana eliminación de
la Copa Argentina,
afuera de la Copa
y campeón en el torneo local, logro que no pudo revalidar en la Superfinal.
-Listo
terminé la nota!
-La del
equipo rosarino que quedó afuera?
-Ahhhh era
equipo rosarino? O sea que era equipo chico? Pensé que era el multicampeón club
de la ribera! Ahí la corrijo.
La primera
sensación que nos inunda es la angustia por la injusticia. Un equipo que
abandona el certamen con la frente en alto tras completar un dignísimo partido
contra un gran rival. Un equipo que fue superior en el partido de ida, donde
pudo haber ampliado la ventaja, y que luchó con sus leales armas, sin renunciar
a su juego en el partido de vuelta. Esa injusticia nos penetra aún más cuando
nos preguntamos por qué un equipo que despliega un fútbol tan vistoso y tan
renovador no puede obtener el resultado que materialice ese gran esfuerzo y ese
gran coraje.
Este
conjunto que mostró que se puede jugar copa y campeonato aún con un presupuesto
limitado y con jugadores que sienten pertenencia por el club, habiendo sido uno
de esos campeones locales que se recordarán en la historia como el Boca de
Bianchi o el River de Ramón.
Pero el fútbol
tiene esas cosas, un soldado o más bien diría un general como el gringo Heinze,
que da su vida por esta camiseta y por este grupo, tuvo que abandonar la cancha
al ver que no podía caminar tras sufrir un terrible patadón merecedor de
expulsión. Un arquero que más que arquero parece un gladiador, con vendas por
todos lados, revolcándose de palo a palo y sosteniendo la victoria de su
equipo. Un esfuerzo y un despliegue de todo el equipo, motivado por un grupo sólido,
con un técnico que acompañó y una dirigencia que sostuvo un proyecto y una
idea.
Pero bueno,
un gol de otro partido sobre el final del encuentro y después lo penales. La
lotería de los penales. Si Platini erró un penal en el día de su cumpleaños, si
Diego erró un penal en un mundial contra Yugoslavia, cómo no lo va a errar
Casco, Cruzado o el gran Maxi.
Ñuls no
tiene qué reprocharse, la suerte no estuvo de su lado.
ESto quiere decir que el periodismo deportivo -bah, el periodismo- no es objetivo? Oh!!!! Ahhh! Uhhhh!
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