Volvió el
10, el genio supremo, aquel que ve y ejecuta el fútbol de otra manera, el máximo
ídolo de la historia xeneize.
Lo escribo, lo leo y las palabras que nos ofrece la Real Academia Española no
alcanzan para describir y contemplar semejante grandeza. Ya lo hemos laudado y adorado en
este espacio, no una sino dos veces al momento de su adiós (ver aquí y aquí), con la esperanza de
volver a verlo con la azul y lo oro.
Volvió para
seguir escribiendo la rica historia del club de sus amores, para salir campeón. Por más que Obama no se haya ocupado del caso, el diez volvió a jugar a la pelota y volvió a La Boca, o qué se pensaron ¿Que iba a jugar en otro club? Difícil, un hombre extraordinario por donde se lo mire, solamente vistió tres camisetas (Boca, Barça y
Villareal), algo impensado en los vertiginosos tiempos que corren; hincha del club como los que están del otro lado de la línea de cal, si vuelve es para ponerse la de Boca.
Pero esta
vez no nos vamos a ocupar de los contras de turno, sino que vamos a festejar su
vuelta, vamos a disfrutar de la belleza de su juego, de cómo dirige la orquesta, de cómo hace brillar a los solistas, de como socorre con hidalguía un
estilo de juego desterrado por estos tiempos, que no sólo es efectivo sino
también estético.
Porque el fútbol
nos gusta por lo estético, ya que si fuera solamente sportivo ganar siempre a
cualquier precio, nos daría lo mismo respirar fútbol que asistir a un partido
de bochas (siempre y cuando ganáramos). Por su parte, lo marginal hoy día, lo que queda del
fútbol, que es lo que el futbol que queda quiere rescatar, es el deleite por lo
bello, por el buen juego, por el pase al pie, por el armado de la jugada, por
la buena pegada, la pisada, la gambeta, el cañoeltacoylarabona. Y Román es un gran
intérprete de ese sentir (y por supuesto es de Boca, que sino su vuelta me
importaría, pero bastante menos). Por ello, ¡Salud compañeros! el diez ha
vuelto, a disfrutar.
(*) La idea del título fue del otro columnista de EFQQ,,al que le hubiera gustado tanto utilizar esa maravillosa idea como que Román jugara con la banda roja en el pecho.
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