martes, 9 de agosto de 2011

Los peores 90 minutos de mi fin de semana.

Un tímido Sol de mediodía le hacía las veces de prólogo a un nuevo domingo futbolero. Un exquisito perfume de achuras, embutidos y bestias asadas a la parrilla alcanzaba la categoría de suculenta entrada para el plato principal que constaría de –tal cual fue alguna vez descripto- veintidós hombres corriendo detrás de un balón. Sin embargo, víctimas de la mercantilización y el desembarco de los medios masivos en el deporte, se nos acostumbró desde hace algunos años que el plato principal también puede ser merienda y por qué no, cena. Siguieron los mates pues, y cerca de las 6.30 el partido comenzó, la presencia deJuan Román Riquelme ilusionaba, renovaba las esperanzas de poder contar con un buen partido, con algunas jugadas destacadas, o mínimamente con tres pases seguidos.

Antes de que el match diera inicio vivenciamos el primer revés: fuimos sometidos al discurso oficialista del alcahuete de Viamonte número uno: Lázaro Liberman. Si alguien festejó la caída de TyC celebrando la exclusión de Macaya del torneo vernáculo, probablemente su postura se haya modificado rápidamente ante la presencia de este nefasto… ¿Ser humano? Pero no sólo no ligamos con el relator, su acompañante resultó ser el impresentable Julio Ricardo, que está en discusión si es un espectro o un fantasma, pero decididamente no se trata de un ser humano.

Comenzaba el partido nomás. Tímido ataque de Olimpo. Clara situación de gol según el comentarista. Sería todo para el local hasta mediados del segundo tiempo. Minutos más tarde, clara situación de gol para la visita. Primera jugada asociada, Román la abre para Clemente, este desborda y Cvitanich lo pierde en el área chica. Claro penal ignorado por el árbitro y la prensa oficialista. El comentarista siempre los ignora, pero esta vez también lo ignoró quien suele hacer mover al viejo (lady) gagá.

No hubo más en el primer tiempo. Insaurralde revoleó por el aire cualquier objeto de forma esférica que se le cruzó por delante, incluso la cabeza de un rival, el cual tuvo que ser reemplazado y cerca estuvo de ser hospitalizado. Y Erviti, el niño mimado del entrenador xeneize más defensivo en años, perdió la pelota casi las mismas veces que su compañero la revoleó. Por su parte, el temible Olimpo, equipo que cosechó innumerables elogios de la prensa niembrobilardista por su ‘juego inteligente’, demostró ser un equipo que propone partidos del ‘tipo A’ (ver post anterior), y que fue catalogado como un ‘gran equipo’ tras obtener una serie de resultados favorables de forma casual.

Sale el equipo a la cancha tras el segundo tiempo. Nuevas desilusiones: Erviti sigue en cancha. Erviti la sigue perdiendo infantilmente. Insaurralde la sigue revoleando. Se inaugura una nueva era, en lugar de ser un partido de ‘arco a arco’ el desarrollo del segundo tiempo puede ser descripto como de ‘central a central’ Al chaqueño le sigue quemando la pelota –los delanteros rivales ya ni se gastan en presionarlo- y los backs centrales del equipo bahiense repiten la fórmula. Ninguno de los equipos tiene más de dos o tres jugadores en posición ofensiva en la misma jugada, tampoco realizan más de tres pases seguidos a treinta metros del arco.

De este modo, las posibilidades de gol quedan reducidas a tres opciones A) Que algún defensor estúpido le cometa una infracción estúpida al delantero que está de espaldas intentando frenar la pelota después del rechazo de Insaurralde y de este modo Román la clave de tiro libre; B) Que el zaguero falle y el atacante en una espléndida media vuelta le rompa el arco al arquero rival (famoso ‘gol de otro partido’); C) Que el arquero se patine justo cuando Insaurralde la revolea y la pelota ingrese en el arco (famoso ‘gol de culo’). Muy factiblemente, el partido finalizará 1-0 y la prensa inundará de elogios al equipo ganador titulando frases del estilo ‘sabe a lo que juega’, ‘es inteligente’, ‘es eficaz y supo aprovechar sus oportunidades’, etc. Los elogios serán más contundentes si el equipo ganador es un equipo chico, mientras que se convertirán en glorificaciones si el equipo ganador, además de ser chico, es del interior.

Finalmente, el partido se desvanece en pelotazos que van y vienen, hasta Román falla pases simples y el pitido final dictamina que acabo de pasar los peores noventa minutos de mi fin de semana.

¡Atención! Si Ud. al leer esa última oración pensó “Pudo haber sido peor, podrían haber perdido” Es porque está fuertemente influenciado por la doctrina niembrobilardista. El consejo de este redactor es que deje de ver Fox Sport para siempre.

1 comentario:

  1. algunos dicen que hay que "transpirar la camiseta"; más vale, hay que ajustar la puntería y usar bien los pies

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